La creencia de muchas generaciones de que la educación es progreso
se debilita por la crisis o el desempleo y ante la falta de expectativas
muchos jóvenes desertan de la escuela y rechazan el trabajo precario o mal remunerado.
Porque ni trabajan ni estudian, se llaman la "Generación NiNi"

lunes, 6 de diciembre de 2010

Génesis: Falta de oportunidades y de Expectativas

Uno de los principales factores que intervienen en la génesis del fenómeno Nini es la falta de oportunidades. En tanto día a día van aumentando los requerimientos para ingresar al ámbito laboral y la remuneración económica es insuficiente, se van mermando las pocas opciones de educación que hay para los jóvenes. Por un lado, no hay las instalaciones ni la infraestructura suficientes para poder extender la educación a todos aquellos enajenados, pero por otro, parece tampoco haber el interés en cambiar esto. Hablamos de una situación en la que el Estado no propicia las condiciones necesarias para dejar de estar varados.

Como referencia tomemos en cuenta que en el artículo 3ro. de la Constitución mexicana se contempla que la educación básica (kínder, primaria y secundaria) debe ser obligatoria, laica y gratuita, sin embargo para los niveles educativos medio y superior sólo se menciona que el gobierno debe atender a las necesidades que se demanden, pero no se establece que sea estrictamente accesible a todo el que lo solicite, esto es, no se considera a aquellos que no tengas los recursos suficientes. Esto es sólo un reflejo de la falta de atención por parte del estado a las necesidades de la sociedad.

Otra situación que servirá de ejemplo, es que el año anterior (2009), el presupuesto otorgado a la UNAM fue de $24,337 millones, de lo que se asume que el 60% del presupuesto total de la máxima casa de estudios es gastado en la actividad docente, teniendo como referente que en ese año se registraron como inscritos 305, 969 estudiantes, vemos que es una gran cifra pero aún no es suficiente para otorgar condiciones totalmente favorables de enseñanza, pues la gran matrícula y las pocas instalaciones llegan a representar un problema (No nos referimos a deficiencias de la UNAM como institución, sino como consecuencia de falta de responsabilidad por parte del Estado, ya que la universidad ofrece constantemente profesionistas y servicios de calidad). Ahora, si consideramos que el rector Narro habla de más de 7 millones de NiNis, observamos la gran carencia de instalaciones e infraestructura a nivel federal.
¡Y luego quieren recortar el presupuesto que otorgan a la UNAM!

Ni qué decir de las deprimentes opciones de trabajo accesibles para algunos jóvenes, pues las que provienen de grandes empresas han caído en la tendencia de ofrecer empleo de manera temporal, con el supuesto afán de “apoyar a los estudiantes” con medios turnos, situación que en realidad enmascara la falta de compromiso para generar situaciones favorables para la sociedad de la que se sirven. Por otro lado, al contemplar empleos informales se esperan largas y pesadas jornadas de trabajo, en donde los ingresos apenas permiten “cubrir” las necesidades básicas, además de que en la mayoría de los casos se expone la salud, como en el caso del ambulantaje.

Así mismo, el impacto del fenómeno también se ve influenciado por la falta de atención de los padres hacia sus hijos, pues generalmente después de la jornada de trabajo y de lidiar con el tránsito habido durante el regreso a casa, es difícil esperar que se cuente con el humor y motivación necesarios para buscar la cercanía con el resto de la familia, peor aún si es el caso en el que ambos padres trabajan y se ausentan gran parte del día. Esta enajenación del mismo hogar lleva a los jóvenes a una falta de expectativas, desvalorizándose a sí mismos, dejando de contemplar un proyecto de vida y alojándose en lo único que le queda disponible: los residuos en el tiempo de los padres y la calle.

Además otro factor para estos jóvenes es que por mucho, su medio predilecto es el internet, pues dentro de éste están viviendo, dentro de él construyen sus relaciones sociales a través de ciberespacios, pero este riesgo se agudiza cuando se trata de las denominadas redes sociales como “Hi5”, “Facebook” y “Myspace”, donde el peligro radica en que los usuarios difunden sus datos personales como nombre, edad, dirección o teléfono siendo así, blanco fácil de secuestradores.

Sin tomar en cuenta las actividades que los hijos realizan durante su estancia en internet, muchas veces los padres les regañan por pasar mucho tiempo frente a una computadora y lo que ocurre es que no se dan cuenta de que ahí está su vida social porque ya no salen al parque, ni a platicar con amigos, ni a dar una simple caminata o cualquier otra actividad que requiera de un esfuerzo físico llegando así a una vida sedentaria en dónde los mayores riesgos existentes son sobrepeso y obesidad, problemas cardiovasculares y de depresión. Hablamos ahora, de una enajenación a la realidad.

Todo lo anterior deja abierta la salida más preocupante y conflictiva: la delincuencia. En el “mejor” de los casos se tratará de un joven que robe a mano armada, pero es cuestión de tiempo para esperar que se adentre en otros ámbitos, como secuestros y narcomenudeo. Aunque el otro lado de la moneda nos dice, por ejemplo, que en algunos de los lugares más violentos y con mayor presencia del narcotráfico como Ciudad Juárez, también hay un alto nivel de estudiantes inactivos que saben que es difícil formal un patrimonio con un trabajo precario y sin recurrir a formas ilegales

En síntesis, el Nini es resultado de falta de oportunidades y de expectativas, corriendo el peligro de convertirse de víctima en victimario. Desde esta visión, puede percibirse que el problema no atañe sólo al entorno próximo al delincuente (la familia), sino que debe entenderse como perteneciente al colectivo.

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